Ayer estaba leyendo un poco. Actividad a la que suelo dedicar una parte del día y que considero sano. En un momento dado uno de los personajes decía al otro la famosa frase: «Sólo sé tú mismo». Cada vez que oigo o leo esa frase se funde una neurona –o dos– y no llego a entenderlo del todo.
¿Cómo puede uno no ser uno mismo? Puede que hagas el tonto, el fanfarrón o el capullo pero no puedes ser otro. Puedes intentar parecerte a alguien, emular a algún famoso –deportista, actor, intelectual, activista–, sobre todo cuando tu juventud hace que estés buscando «tu sitio» en este mundo. Puede adoptar poses, estéticas y mantras que cree que le acercan a la línea de vida que quiere llevar.
Pero no puede dejar de ser quien es, porque esas poses, estética y ansias de emulación, tienen que ver con la persona que quiere ser. Por eso, cada vez que oigo el «sé tú mismo» mi neurona moribunda la convierte en «no crezcas, no avances». Especialmente lamentable, me parece, cuando aparece en esos libros de autoayuda plagados de buenismo y happyflower, porque la gente que compra esos libros intenta precisamente avanzar, cambiar y el consejo es «no lo hagas, sé tú mismo», sigue cometiendo los mismos errores una y otra vez –añadiría yo– tengo que seguir vendiendo libros.