Llevo unos días con el blog en barbecho. Lo quiero achacar a los días de desconexión y asilvestramiento de la Semana Santa, pero me estaría engañando. En realidad es que cuando abro ésto no sé de qué hablar. Se me ocurre una idea y me pongo, pero luego me cambia el aire y pienso: «esto no le va a interesar a nadie». Pero bueno, esto en principio lo escribo para mí, no para que lo lea nadie.
Altamira, la película
Hoy he ido a ver la película de Altamira, la última de Antonio Banderas, con mi familia. Este verano pasado estuve con mi mujer por Cantabria y nos alojamos muy cerca de la cuevas. Por supuesto, estuvimos a visitarlas. Bueno, más bien visitamos el museo y la réplica de cuevas que hay en las inmediaciones. Cuento esto, porque es importante saber que la historia que cuenta la película ya la conocía.
En su día ya pensé que esa historia no daba como para una película y después de verla puedo asegurarlo. De hecho para rellenar se inventan unos sueños de bisontes peludos, bisontes nevados, bisontes subiendo escaleras y bisontes corriendo por un jardín. A parte están las inconsistencias en la elección de exteriores, el que haya estado por la zona sabe perfectamente que las cuevas están lo suficientemente alejadas del mar y en la película unas veces salían junto a la costa y en otras en Santillana del Mar (un lugareño me dijo que era el pueblo de las tres mentiras: ni es santa, ni es llana, ni tiene mar), pero es un pueblo bonito que merece la pena visitar. Y la verdad es que lo único salvable de la película es la fotografía, tanto en interiores como en exteriores.
También se inventan un enfrentamiento ciencia–religión en aquella época con unos argumentos más bien modernos que no cuelan. Los actores tienen una actuación mediocre, se salva Antonio Banderas y como secundario el «jardinero». La actriz que hace de mujer de Antonio Banderas parece sacada de bolibud. El cura que hace de antagonista es el peor actor que he visto nunca, a ese pobre hombre le dijeron que tenía que ser despectivo o despreciativo, puso cara de haberse comido un ajo podrido el primer día de rodaje y no la cambió hasta que terminaron la película.
En fin, no os perdéis nada si no la veis y os ahorráis una pasta que está el cine muy caro.