Estoy aquí sentado en medio de la «Feria Internacional de Zaragoza». La Asociación con la que colaboro ha montado stand y estamos aquí expuestos como las monas del zoo o esa es la sensación que me da. La gente pasa, nos mira, miran nuestras motos, señalan con el dedo... sólo falta que nos lancen cacahuetes.
El que se digna a preguntar algo como mucho dice eso de «¿aquí qué regaláis?». «Nada, señor(a) somos una Asociación que nos dedicamos a ayudar a niños que...» «Ah, ¡vale!» y se van corriendo no vaya a ser que les pidamos dinero y les dé cargo de conciencia no darnos algo.
Algunos niños se acercan y quieren hacerse fotos con el sidecar de Escocés o la Harley azul de Pirata. Les dejamos subirse a hacerse las fotos, por supuesto. ¡Faltaría más!
Estamos entre reliquias motorizadas de otros tiempos: la Asociación Aragonesa de Amigos del 600 y los Clásicos Populares. Una pasada de coches de los de nuestros padres y abuelos: «Simca 1000», «Seat 600», «Gordini», «Dyane 6», «2 caballos»...
El otro flanco es una exposición de reptiles encarcelados en jaulas de cristal. Nosotros somos los «pedigüeños» que están en el medio. «No toques las motos o esos moteros malotes alguna maldad te harán» deben pensar cuando pasan a nuestro lado. No quieren pararse a por información si no regalas nada.
Y no, nosotros no podemos regalar nada. Nuestro presupuesto para esta feria está en -15€ por asociado. Y no, no regalamos nada, excepto nuestro tiempo y nuestro dinero para poder ayudar a unos pocos menores que lo están pasando mal.