Hace tiempo leí la Declaración sobre el Homaranismo del Dr. Zamenhof y recuerdo haberla leído en español. He estado haciendo una búsqueda por la red para encontrarla de nuevo, pues estuve hablando sobre ella con varias personas (no esperantistas) y me gustaría que ellos pudieran también leerla. Por eso me he puesto con una traducción libre (aunque espero fidedigna) desde esta versión en esperanto que he encontrado.
Prefacio
La Declaración que aquí se da presenta mi credo político-religioso.
Puesto que se me conoce como autor del Esperanto, así muchas personas probablemente identificarán el humanismo con Esperanto o con la así llamada «idea interna del esperanto» — sin embargo esto sería un error. Mientras la esencia del Esperanto es la total neutralidad y la idea esperantista presenta sólo un indefinido sentimiento fraternal y de esperanza, los cuales naturalmente nacen del encuentro sobre un fundamento de lengua neutral y para los que cada esperantista tiene pleno derecho, no solo a comentar así como quiera sobre ellos, sino también incluso aceptarlos generalmente o no aceptarlos — el humanismo (homaranismo) es un programa político-religioso especial y completamente definido, el cual presenta mi credo puramente privado y a los otros esperantistas no les concierne.
Preveo muy bien que los enemigos del Esperanto utilizarán mi declaración sobre el humanismo como arma contra el Esperanto y mis principios puramente privados los presentarán al mundo como principios obligatorios para todo esperantista. Esta es la causa por la que yo durante mucho tiempo tuve la intención o de no publicar mi credo o publicarlo anónimamente. Pero deseché esa intención, puesto que encontré que esto sería una imperdonable cobardía. Sin embargo, para liberar a los esperantistas de toda solidaridad sospechosa con mis convicciones políticas y religiosas, durante el octavo congreso de Esperanto públicamente abandoné todo papel oficial en los asuntos del Esperanto.
Publico ahora mi credo no con el objetivo de propaganda; simplemente deseo que mis amigos conozcan mi credo, para que ellos no se asombren de mi relación con esta o aquella petición política o religiosa, para que las personas que tengan los mismos principios como yo, sepan que somos correligionarios.
Varsovia, Mayo 1913.
L. L. Zamenhof
Declaración sobre el Humanismo
Soy un humanista: eso significa que me guío en la vida por los siguientes principios:
- Soy un ser humano y veo a toda la Humanidad como una familia; la división de la Humanidad en distintos pueblos y religiones enemistados recíprocamente lo veo como una de las mayores desgracias que tarde o temprano deben desaparecer y cuya desaparición debo acelerar tanto como pueda.
- Veo en cada persona sólo una persona y valoro cada persona sólo según su valor personal y sus acciones. Cualquier ofensa u opresión de personas porque pertenecen a otro pueblo, otra lengua, otra religión u otra clase social que yo, la veo como una barbaridad.
- Soy consciente que cada país pertenece no a este o a aquel pueblo, sino plena e igualitariamente a todos sus habitantes, sea cual sea su supuesta procedencia, lengua, religión o papel social; la identificación de los intereses de un país con los intereses de este u otro pueblo o religión y el pretexto de cualquier derecho histórico que permite a un pueblo regir sobre otros pueblos y rechazar para ellos el más elemental y natural derecho de patria, lo veo como reminiscencia de los tiempos bárbaros cuando sólo existía el derecho de puño y espada.
- Soy consciente que cada reino y cada provincia debe tener un nombre geográfico neutral, pero no el nombre de ningún pueblo, lengua o religión, porque los nombres de pueblos que todavía tienen muchos países de la vieja tierra, es la principal causa por la que los habitantes de una supuesta procedencia se ven como amos sobre los habitantes de otra procedencia. Hasta el tiempo cuando todos los países recibirán nombres neutrales, debo al menos en las conversaciones con mis correligionarios nombrar esos países según sus capitales añadiendo palabras como «reino», «provincia» etc.
- Soy consciente de que en su vida privada cada persona tiene indiscutiblemente el pleno derecho de hablar la lengua o dialecto que prefiera y profesar la religión que más le contente, pero en la comunicación con personas de otras lenguas o religiones debe esforzarse por utilizar una lengua neutral y vivir según una ética y costumbres neutrales. Soy consciente que para los habitantes de un país o ciudad el papel de lengua neutral puede ser jugado por la lengua del país o de esa cultura la cual habla la mayoría de los habitantes pero que esto debe ser visto sólo como oportuna concesión de la minoría a la mayoría, pero no como un humillante tributo que deben pagar pueblos subordinados a los amos. Soy consciente que en esos lugares donde se batalla entre diversos pueblos, es deseable, que en las instituciones públicas se use una lengua neutral, o que al menos además de la lengua predominante culturalmente allí existan también escuelas especiales e instituciones culturales con lengua neutral para que todo el que lo desee pueda extraer cultura y educar a sus hijos en un espíritu neutral sin chauvinismo.
- Puesto que soy consciente que el recíproco enfrentamiento entre las personas nunca cesará, hasta que los seres humanos se acostumbren a levantar el nombre de «humano» por encima del nombre de su pueblo y puesto que la demasiado imprecisa palabra «pueblo» frecuentemente proporciona causa de chauvinismo, disputas y abusos y frecuentemente divida entre sí por odio a los hijos del mismo país o incluso del mismo pueblo, porque a la pregunta, de a qué pueblo pertenezco, respondo: soy miembro de la Humanidad; sólo cuando se me pregunta especialmente por mi país, provincia, lengua, origen o religión, doy respuestas precisas.
- Mi «madre patria» (patrolando) llamo a ese país en el que he nacido; mi «casa patria» (hejmlando) llamo a ese país en el que habito de manera konstante y tengo casa. Pero porque la indefinición de la palabra «lando» las palabras patrolando y hejmlando son imprecisas y frecuentemente causan disputas y enfrentamientos y desuniones enemistades entre los hijos de la misma tierra.
- Patriotismo llamo al servicio al bien de todos mis vecinos, de cualquier origen, lengua, religión o papel social. El servicio especial a los intereses de un pueblo o el odio contra otros conciudadanos nunca debo llamarlo patriotismo. Soy consciente que el profundo amor a su patria y a su hogar es un asunto totalmente natural y común a todas las personas y sólo raras externas circunstancias pueden paralizar ese sentimiento completamente natural. Porque si en mi hogar todos los trabajos son para explotar la oportunidad o gloria de un pueblo concreto y eso paraliza mi entusiasmo por la labor social o incluso me obliga a soñar con otro hogar, no debo deseperar porque debo consolarme con la creencia de que el raro estado de mi casa tarde o temprano pasará y mis hijos o nietos gozarán plenamente de ese entusiasmo que en mí paraliza la injusticia de mis paisanos.
- Siendo consciente que la lengua debe ser para la persona no objetivo, sino sólo remedio, no herramienta de separación, sino de unión y que el chauvinismo lingüístico es una de las principales causas de odio entre las personas, nunca veré una lengua o dialecto como mi santuario, así cualquiera que yo ame, ni hacer de ello mi estandarte de batalla. Cuando se me pregunta específicamente por mi lengua materna, nombro llanamente esa lengua o dialecto que hablaba con mis padres durante mi infancia; cuando se me pregunta específicamente por mi lengua personal, yo —guiándome sin ningua consideración chauvinista— nombro esa lengua que personalmente mejor hablo y que prefiero; pero cualquiera que sea mi lengua materna o personal, debo tener también una lengua neutral que mis contemporáneos utilizan para relaciones interpersonales, para no necesitar por mi culpa obligar a otros a hablar la mía y para tener derechos morales para desear que otros no me obligen a hablar la suya y para que pueda sobre una base no chauvinista servir a la cultura neutral.
-
Siendo consciente que la religión deber ser sólo asunto de creencia sincera, pero no jugar el papel de separación heredada, llamo mi religión solo a sea religión o sistema religioso, en el que efectivamente creo. Pero cualquiera sea mi religión, la confieso según los principios nueutrales «humanistas» que consisten en lo siguiente:
a. La más alta para mí incompresible Fuerza, que es la causa de las causas en el mundo material y moral, puedo llamarlo por el nombre «Dios» o por otro nombre, pero soy consciente, que la esencia de esa Fuerza cada uno tiene el derecho de presentárselo como le dicte su prudencia y corazón o la enseñanza de su iglesia. Nunca debo odiar o perseguir a nadie porque su creencia en Dios sea distina a la mía.
b. Soy consciente que la esencia de las verdaderas órdenes religiosas reposan en el corazón de cada persona bajo la forma de consciencia y que la principal obligación para cada persona de esas órdenas es: haz con los demás lo que desearías que los otros hicieran contigo: todo lo demás en la religión lo veo como añadidos que mezclados con leyensas se nos dieron por diversos grandes maestros de la Humanidad, y como costumbres que se elevan de personas y cuyo complimiento o incumplimiento depende de nuestra voluntad.
c. Si no creo en ninguna de las existentes religiones reveladas, no debo permanecer en una de ellas por motivos de pueblo y por mi permanencia engañar a las personas sobre mis convicciones y de forma hereditaria nutrir por generaciones sin fin la separación entre pueblos, sino que debo —si las leyes de mi país lo permiten— abierta y oficialmente llamarme «laico», no identificando sin embargo, el ser laico específicamente con el ateísmo, sino reservando a mi credo completa libertad. Cuando en mi lugar de residencia exista un grupo, comunidad puesta de acuerdo reunida, completamente formada-organizada por iguales y laicos sin doctrina, a los que me pueda añadir con toda la alegría por mi consciencia y para las necesidades de mi corazón, entonces — para fijar fuertemente y de modo preciso mi neutralidad religiosa y preservar mi seguimiento contra la falta de programa y consecuentemente contra la recaida en el chauvinismo de la religión popular, me debo alinear con esa comunidad laica oficialmente y de forma hereditaria y aceptar para mí su nombre neutral, sus reuniones comunes, sus opcionales y neutrales fiestas y costumbres, su calendario neutral etc; hasta ese momento puedo permanecer oficialmente inscrito en esa religión en la que nací, pero siempre debo a añadir a su nombre la palabra «laico», para mostrar que me cuento en ella provisionalmente por costumbre y administrativamente.